La imagen del cielo nocturno va a cambiar para siempre. Las crecientes megaconstelaciones de satélites artificiales están diseñadas para cubrir la mayor parte de la superficie terrestre. Algunos expertos, como previsión, estiman que habrá cerca de cien mil unidades orbitando la Tierra en los próximos diez años. Si bien pueden aportar mejoras en distintos ámbitos —por ejemplo, en predicciones climáticas, gestión de catástrofes y alcance de internet a nivel global—, otros denuncian que vulneran un derecho humano esencial: el derecho a los cielos oscuros. Además, emerge otra incógnita: ¿son las megaconstelaciones de satélites una amenaza para la investigación astronómica?